Cocacola de dos litros, fuente con palomitas caseras, sofá de escay negro. Y la tele.
- Cariño, te vas a poner como un jabalí.
- ¿Pero qué dices?, ¡si las palomitas no engordan!
- Claro que no engordan, engordas tú.
- ¡Qué no! que las palomitas están hechas de maíz, y el maíz es verdura.
Y se tira en el sofá. Y hace circular las imágenes frente a sus ojos. Y su cerebro se aletarga, hiberna y se convierte en ameba. Una ameba de movimientos mecánicos para acercar palomitas y brebaje con azúcar a su boca y, de vez en cuando, cambiar de canal. Tan rápido que solo el ojo entrenado es capaz de detectar cuál es la programación en cada cadena. Pero la ameba está muy bien entrenada. Suelta alguna carcajada cuando el protagonista de un vídeo casero se cae. Y se duerme. Ronquidos suaves de jabalí-ameba.